Nuestro comportamiento depende constantemente de las personas
y el entorno que nos rodea. La actitud que adquirimos con unos no es la misma
que con otros. Pasa igual con el registro coloquial que ponemos en práctica
según el ambiente y a quien nos dirijamos. Todo esto tiene que ver con el
respeto que tenemos hacia los demás e incluso a nosotros mismos.
Es verdad aquello de ``como nos trataron así somos´´ pues
nuestra manera de ser frente al mundo tiene relación con la educación que
hayamos recibido desde pequeños, es decir, cada cual tiene su base sus
cimientos. No obstante, el comportamiento que creemos como adecuado para cada
situación, es diferente según la persona pues depende de diversos factores.
Ser bueno o malo son las dos caras distintas de una moneda
que luchan por caer bocarriba en el suelo. O se es una o se es la otra. Aun
así, hay que tener en cuenta que no elegimos ser de una manera u otra. Desde
que se va formando nuestra base con la educación adquirida, comenzamos a
construir unos muros que al cabo de los años nos definirán de alguna manera.
Para su construcción, necesitamos aquel material denso que ayudará a la
solidificación de nuestro muro. Este material también se va creando según vamos
edificando y no es otro que la personalidad.
A pesar de todos los factores que influyen en que seamos de
una manera u otra, hay que tener siempre en cuanta el trato que queremos
obtener de los demás y en el caso de que nosotros mismos no actuemos de manera
correcta, no podremos exigir que nos traten bien.
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